BRASIL
Escribe Bia Bedrán
Mi querido amigo Juan,
Te escribo con mucha emoción y nostalgia. Mi viaje está siendo como un torbellino de encuentro mágicos con personas inolvidables y paisajes memorables que quedarán por siempre fotografiadas en mi corazón. Desde Córdoba en Sierra Embrujada, cuando te conocí como guía turístico, te volviste mi amigo y confidente: a pesar de la distancia, tu compañía es tan cercana que te siento aquí, compartiendo las nuevas maravillas que he vivido.
Cómo me voy a olvidar de los tabaquillos, aquellos árboles que abrazaron a Luciana, ¿recuerdas? La niña se perdió en el bosque y nosotros la encontramos junto al árbol que cantaba: “Mampa Mampa Mampa Sacat, Uñapa Mampa, Mampa San”.
Luis -tu papá- en aquél mismo día nos enseñó que MAMPA significa “río que corre”, según nuestros antepasados. Y las aguas de los ríos nos llevan a soñar con sus murmullos… Sentí que mis ojos descansaban en sus aguas para que mis pensamientos volaran en otras direcciones.
Luego llegué al Sur de Chile en el pequeño pueblo de Cochamó, provincia de Llanquihue, donde encontré a Ramón y Marta que me recibieron en su posada y me mostraron un río que habla. ¡Sí! ¡Y lo escuché! Marta me había avisado que la escalada sería difícil hacia La Junta y que para escuchar qué tenía que decirnos el río tendríamos que comprender los designios de la naturaleza: “La naturaleza cuenta sus historias sin hablar… Por todos los poros podemos la vida abrazar”, así dicen los versos de una canción.
Había en el pueblo una antigua iglesia construida sin clavos, ¡Increíble! Hablé con el sacristán Edgardo que no creía en la voz del río, pero escuchaba la voz de las campanas. Y él creía que escuchar la voz de los ríos era “brujería”. ¡Imagínate! Volví a la posada riéndome, pensando qué diferentes somos unos de los otros y al mismo tiempo, quizá, qué parecidos.
¿Y en Perú? Mi vista se perdía entre los Andes y el mar, ¡una belleza! Antes de llegar a Lima, me quedé en la posada de Don Carlos y Doña Leonor, a 8 horas de la capital. El paseo por la playa infinita, fue infinitamente hermoso.
Hasta pensé en una historia para niños con caracolas y anillos y sensaciones de brisa, paz, y esperanza.
Cuando por fin llegué a Lima, ya me estaba esperando Zoe, mi querida amiga peruana. A partir de allí fueron días de alegría: practiqué el skate, surf, y más que nada la amistad fraterna, que es siempre lo mejor de la vida: gracias Zoe, gracias Paco –skate-, gracias Naif y el surf.
¿Pero y ahora? ¿Qué tengo para contarte, querido Juan?
No lo puedes imaginar. Esta gran metrópoli llamada Rio de Janeiro, desde donde ahora te escribo, es lo que puedo llamar verdaderamente una Ciudad Maravillosa. Cuando los portugueses llegaron aqui el 1 de enero de 1502, los navegantes creían que la bahía de Guanabara era un inmenso río. Sin embargo, otro portugués, el Estácio de Sá, 60 años después vió que todo era mar.
Al llegar al Aeropuerto Internacional Maestro Antonio Carlos Jobim, Laura y Bento ya me estaban esperando. Son mis amigos cariocas, así se llama las personas nacidas en la ciudad de Rio de Janeiro. Bonita y graciosa esa palabra, ¿no te parece Juan? CARIOCA.
La gente carioca es graciosa, divertida, llena de un sol vibrante en el alma y en el hermoso paisaje de bosques y mar sin fin. Pasa que los cariocas también conviven con una gran contradicción: la desigualdad social inmensa que ya se puede ver a la salida del aeropuerto. Un poco más adelante, pasamos por un viaducto enorme que avanza en dirección al centro de la ciudad, llamado Linha Vermelha.
Laura y Bento ya me habían explicado que esta autopista es muy peligrosa, con robos y tiroteos casi cotidianamente. Tuve un poco de miedo, obvio, porque ya sabía de esa historia de la violencia, pero ¿qué se puede hacer? Bento pronto puso una playlist en el auto con canciones lindas de Tom Jobim (el maestro que da el nombre al Aeropuerto Internacional) y luego escuchamos el Samba del Avión, enalteciendo a la ciudad –“Minha alma canta vejo o Rio de Janeiro, estou morrendo de saudades. Rio, céu, mar, praias sem fim. Rio você foi feito pra mim, Cristo Redentor, braços abertos sobre a Guanabara” … Cuando escuché esta canción por primera vez, me encantó la melodía, los instrumentos y la voz de los cantantes. Así que tuve que pedir la traducción a Laura, y la dejo aquí para que veas qué tan linda es la letra: “Mi alma canta, veo Río de Janeiro, estoy muriendo de nostalgia. Río, cielo, mar, playas sin fin. Rio fuiste hecho para mí, Cristo Redentor, brazos abiertos sobre la Guanabara”.
¿Sabes qué significa Guanabara, Juan?
Luego aprendí con Laurinha, que es profesora de arte y conoce muy bien la historia de la ciudad de Rio de Janeiro, que la palabra Guanabara tiene su origen en el tupi-guarani, lengua indígena de nuestros pueblos ancestrales, guaná-pará, significa “seno-mar”. Además, ella me contó sobre el origen del nombre carioca que es la unión de 2 palabras tupi: Kara’iwa (hombre blanco) y Oka (casa), formando así “casa del hombre blanco”, expresión que los indios pasaron a usar luego después de la fundación de Rio de Janeiro para referirse a la ciudad.
Al mismo tiempo en que me distraía escuchando la belleza de las canciones de Tom Jobim, miraba un mar de casas de ladrillos, amontonadas, sin terminar y sin pintura, que se extendía por todo el recorrido. Eran las favelas, altas o planas, al borde de la autopista. Parecía posible tocar los ladrillos de las casas con las manos de tan cerca que estaban de la autopista. Sus ventanas empolvadas servían como tendero de ropas coloridas, banderas que indicaban que estábamos en la periferia.
Bento y Laura se conocen por estudiar en la misma universidad pública. Él está en el último semestre de la facultad de Ciencias Sociales y es músico profesional. Juan, ¡te encantaría participar en los encuentros musicales que Bento nos llevó a conocer! Me maravilló la musicalidad del ambiente, con tantas melodías, versos y ritmos diferentes. Luego conocí el Choro o Chorinho, como se le llama generalmente.
¡Es maravilloso! Bento llevó su cavaquinho y se juntó con una ronda de músicos donde todos improvisaban con sus instrumentos: flauta, saxofón, mandolín, percusión, guitarras, clarinete, violín, una belleza… Casi perdí la respiración cuando tocaron y cantaron una de las canciones más lindas que jamás he escuchado, llamada CARINHOSO, del maestro Pixinguinha (1897-1973) y João de Barro (1907-2006):
“Meu coração, não sei por que, bate feliz, quando te vê,
E os meus olhos ficam sorrindo e pelas ruas vão te seguindo,
“Mas mesmo assim, foges de mim.”
Ahí te dejo la traducción que me hizo Laura en este mismo día:
“Mi corazón, no sé porque, late feliz, cuando te ve,
Y mis ojos sonríen, y por las calles te siguen,
Pero aún así, huyes de mí”
Cuando vuelva, te mostraré las grabaciones de todas estas canciones que tanto me emocionaron y escucharemos juntos la banda sonora de mi aventura por Río de Janeiro.
Laurinha, además de maestra, es artista plástica. La postal que te envío junto a las fotografías, es una pintura que hizo del famoso “Largo do Boticário”, un callejón característico del “Río Antigo”, en el barrio de Cosme Velho. Casi enfrente del “Largo do Boticário” está la subida para el Morro do Corcovado, en la cima está la estatua del Cristo Redentor de “brazos abiertos sobre Guanabara”. Tomamos el tren del Corcovado que cruza la Mata Atlántica y en 20 minutos llegamos al mirador del Cristo Redentor: deslumbrante. De nuevo me faltó el aire con tanta belleza. Tuve que decir las palabras del escritor uruguayo Eduardo Galeano en su “Libro de los Abrazos” -¡Ayúdame a mirar!
Desde arriba se ve todo Rio de Janeiro, la ciudad de Niterói, donde vive Bento, que queda al otro lado de la Bahía de Guanabara, las ensenadas y playas oceánicas y parece como que la gente estuviera en el cielo. La estatua del Cristo Redentor está a 709 metros sobre el nivel del mar y tiene 30 metros de altura. La obra monumental fue inaugurada el 12 de octubre de 1931. Lo más increíble Juan, es que desde cada rincón de la ciudad de Río, se puede ver el Cristo Redentor.
Desde la ventana de la habitación de Laura, que vive en el Barrio de Botafogo, se ve el Cristo muy cerca y desde la ciudad de Niterói lo avistamos de lejos. Casi al lado del departamento de Laurinha, donde me hospedé, está el Barrio da Urca, y el famoso “Pão de Açúcar” (Pan de Azúcar). Subimos en teleférico, que está a 400 metros de altura, y una vez más, sentí que me faltaba el aliento. ¡Es muy emocionante, querido Juan! Es todo muy lindo y maravilloso.
A esta altura de mi relato te debes estar preguntando: —Por qué Ema titula este texto como “El Gigante Dormido de la Bahía de Guanabara”?
Es por lo siguiente. Hay una imagen del perfil de un gigantesco hombre acostado, y esta imagen está formada por la unión de colinas entre la “Pedra da Gávea” y el “Pão de Açúcar”. No es un único bloque, sino una cadena de montañas y el perfil completo de este gigante que se extiende por 20 km pasando por siete barrios de la ciudad: Barra da Tijuca, São Conrado, Leblon, Ipanema, Copacabana, Botafogo y Urca. Dependiendo de dónde uno está, es posible ver el cuerpo del Gigante Dormido, siendo la cabeza la Pedra da Gávea y los pies el Morro do Pão de Açúcar. Ese tal gigante dormido es una leyenda carioca. Así me contaron Laura y Bento.
Bento nos llevó a un evento cultural en la playa de Itaipu, en Niterói, donde hay una colonia de pescadores. Para llegar a la ciudad de Niterói, que significa en tupi-guarani “água escondida”, cruzamos el puente Rio-Niterói, que también es una obra monumental inaugurada en 1974: son 14 km de puente por sobre la Bahía de Guanabara. Antes del puente Rio-Niterói la conexión entre las dos ciudades era solamente por embarcaciones. Todavía existen los barcos e hicimos el trayecto de vuelta al Rio de Janeiro por mar. ¡Un paseo encantador!
Allá en la playa de Itaipu, que es igualmente muy linda, Bento nos hizo bailar una ciranda dedicada al atardecer. Nos dimos las manos en un baile circular y cantamos, haciendo los movimientos de las olas del mar, para adelante, para atrás, para adelante, para atrás, para adelante, para atrás.
Olha a onda do mar na minha mão
Eu vou fazer uma onda do mar
É o peixinho que pula sem parar
Mergulhando no azul da onda do mar
É a ciranda do anel que eu vou dançar
Até o dia clarear
“O mar estava tão belo com o peixe amarelo
Eu fui navegar laiálaiá...
Não era peixe não era
Era Iemanjá, rainha,
Cantando a ciranda, ciranda,
Do meu cirandar”.
Te dejo la letra de la canción que cantamos mientras bailábamos la ciranda:
“Mira la ola del mar en mi mano
Voy a hacer una ola en el mar
Es el pececito que salta sin parar
Buceando en el azul de la ola del mar
Es la ciranda del anillo que voy a bailar
Hasta el día clarear
El mar estaba tan lindo con el pez amarillo
Fui a navegar IaiáIaiá…
No era pez no era
Era Iemanjá, reina,
Cantando la ciranda, ciranda
De mi cirandar”
Al final del baile todos aplaudieron al sol que desaparecía de a poco en el horizonte. Y así pude conocer el trabajo de Bento junto a las comunidades pobres que luchan por ganarse el sustento con sus artesanías. Te llevaré un regalo, Juan, una linda canasta linda de mimbres y una hamaca colorida, hechas por Doña Cininha, que es la bisabuela del pescador Pedro, que me contó muchas historias de los seres del mar. Obvio que tomé nota en mi cuaderno de viaje para que después te cuente todo, hasta en sus mínimos detalles.
En ese vaivén del barco y del gran puente Rio-Niterói, Bento vive estudiando y trabajando con las comunidades cariocas de las favelas. Lleva música para los talleres de creación con niños y niñas y Laura lleva actividades artísticas donde usan tinta, lápiz, materiales reciclados, brochas y mucha creatividad.
Solo así, con ese trabajo social que encuentra cara a cara los chicos y las chicas carentes de Brasil, será posible una transformación en el cuadro de la inmensa desigualdad latente y visible en medio de la Ciudad Maravillosa.
Laurinha y Bento me enseñaron mucho. La cooperación, el amor, la tolerancia, la resiliencia, el arte y sobretodo el coraje. No es fácil mantener la delicadeza y la ternura en el enfrentamiento de las injusticias sociales que se observan mundo afuera. Y con solamente dos armas: el arte y la educación.
Estoy muy emocionada, mi querido Juan, Terminaré esta carta con una canción de Sidney Mattos, un gran compositor carioca, amigo de Bento y que hace un lindo trabajo musical con los niños de la comunidad del Morro do Borel, en la Tijuca/RJ.
A NATUREZA ( Sidney Mattos)
A natureza é tão assim
Quanta beleza dentro de mim
A natureza fala por si
Quanta beleza dentro de ti
Peixes, gorjeios, flores e frutas
Água de mar e ar...
Rios, florestas, frio e calor
Fogo de sol, TERRA!
LA NATURALEZA (Sidney Mattos)
La naturaleza es tan así
Cuanta belleza dentro de mi
La naturaleza habla por sí
Cuanta belleza dentro de ti
Peces, gorjeos, flores y frutas
Agua de mar y ar…
Ríos, bosques, frío y calor
Fuego de sol, TIERRA!
¡Hasta luego! Sigo viajando, amigo. ¡Cuídate!
Un gran abrazo de cantos y cuentos de tu amiga.
Ema
Rio de Janeiro, Brasil.
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